El Papa Francisco ha retomado el 9 de agosto las audiencias generales de los miércoles.
El Evangelio elegido para esta audiencia ha sido el de la Visitación de María a su prima Isabel, eje central de la 37 Jornada Mundial de la Juventud, celebrada este año en Lisboa del 2 al 6 de agosto.
La reflexión del Papa se ha centrado por completo en este evento, indicando al comenzar el discurso que “esta JMJ de Lisboa, que llegó después de la pandemia, fue sentida por todos como un regalo de Dios que puso de nuevo en movimiento los corazones y los pasos de los jóvenes, tantos jóvenes de todas las partes del mundo -¡tantos!- para ir al encuentro de Jesús”.
La JMJ es un nuevo inicio de peregrinación
Francisco ha recordado que la pandemia generó mucho aislamiento, que ha afectado especialmente a los jóvenes. “Con esta Jornada Mundial de la Juventud, Dios ha dado un ’empujón’ en sentido contrario: esta ha marcado un nuevo inicio de la gran peregrinación de los jóvenes a través de los continentes, en nombre de Jesucristo. Y no es casualidad que haya sido en Lisboa, ciudad que se asoma al océano, ciudad símbolo de las grandes exploraciones por mar”.
María, guía de los jóvenes
El Santo Padre ha querido subrayar también la relación que esta JMJ ha guardado con la Virgen María: “En el momento más crítico para ella, [María] va a visitar a su prima Isabel. El Evangelio dice: ‘Se levantó y se fue deprisa’ (Lc 1, 39). Me gusta mucho invocar a la Virgen en este aspecto: la Virgen ‘de prisa’, que siempre hace las cosas deprisa, nunca nos hace esperar, porque Ella es la madre de todos.
Así María todavía hoy, en el tercer milenio, guía la peregrinación de los jóvenes tras las huellas de Jesús. Como hizo hace un siglo precisamente en Portugal, en Fátima, cuando se dirigió a tres niños encomendándoles un mensaje de fe y de esperanza para la Iglesia y para el mundo. Por esto, durante la JMJ, volví a Fátima, lugar de las apariciones, y junto a algunos jóvenes enfermos recé para que Dios sane al mundo de las enfermedades del alma: la soberbia, la mentira, la enemistad, la violencia. Y hemos renovado nuestra consagración, de Europa, del mundo, al Corazón Inmaculado de María. He rezado por la paz, porque hay tantas guerras en todas partes del mundo, tantas”.
Encuentro con Cristo
Por otra parte, el Papa ha hablado del entusiasmo de los jóvenes, de sus buenas experiencias en las parroquias de las diócesis de Portugal y de la excelente acogida de las familias portuguesas. Mencionando los eventos más importantes (la ceremonia de acogida, la Vigilia y la Misa final), el Papa ha recordado que estos días “no eran unas vacaciones, un viaje turístico, y tampoco un evento espiritual cerrado en sí mismo; la JMJ es un encuentro con Cristo vivo a través de la Iglesia. Los jóvenes van a encontrarse con Cristo. Es verdad que donde hay jóvenes hay alegría”.
Jóvenes que han pasado por Roma
Concluyendo el discurso, el Pontífice ha señalado que esta ola de esperanza de la JMJ beneficia tanto a los participantes como a las diócesis que los acogen: “Mi visita a Portugal, con motivo de la JMJ, se benefició de su ambiente festivo, de la ola de jóvenes que invadió pacíficamente el país y su hermosa capital. Doy gracias a Dios por ello, pensando especialmente en la Iglesia local que, a cambio del gran esfuerzo realizado por la organización y la acogida, recibirá nuevas energías para continuar su camino, para echar de nuevo las redes con pasión apostólica.
Los jóvenes en Portugal son ya hoy una presencia vital, y ahora, después de esta ‘transfusión’ recibida por las Iglesias de todo el mundo, lo serán todavía más. Y tantos jóvenes, a la vuelta, han pasado por Roma, incluso aquí hay algunos que han participado en esta Jornada”. Tras el aplauso de los presentes, el Papa ha comentado que “donde hay jóvenes, hay ruido. Lo saben hacer bien”.
La JMJ: ejemplo de paz
El Santo Padre también ha subrayado que la JMJ es un ejemplo de que los países pueden convivir pacíficamente: “Mientras que en Ucrania y en otros lugares del mundo se combate, y mientras en ciertas salas escondidas se planifica la guerra, la JMJ ha mostrado a todos que otro mundo es posible: un mundo de hermanos y hermanas, donde las banderas de todos los pueblos ondean juntas, una junto a la otra, ¡sin odio, sin miedo, sin cierres, sin armas! El mensaje de los jóvenes ha sido claro: ¿lo escucharán los ‘grandes de la tierra’? Es una parábola para nuestro tiempo, y todavía hoy Jesús dice: ‘¡El que tenga oídos, que oiga! ¡El que tenga ojos, que vea!’”.
Para finalizar, ha expresado su agradecimiento al presidente de Portugal, a los obispos, voluntarios (ha resaltado el alto número de ellos: 25.000) y otras personas encargadas de la organización de la JMJ. También ha pedido la bendición de Dios, a través de la Virgen, para todos los jóvenes y al pueblo de Portugal, y ha rezado un Ave María con la asamblea.
A continuación, se ha leído un resumen de la reflexión de hoy en varios idiomas, y el Papa ha dirigido unas palabras en lengua italiana a los peregrinos de cada país presentes en la sala. En el caso de los de lengua española, el Papa les ha saludado en español, diciendo: “Veo banderas mexicanas, colombianas, panameñas, salvadoreñas…”, lo que ha originado una ovación entre los aludidos.
El encuentro ha finalizado con el rezo del Padrenuestro y la bendición del Papa a los asistentes.