Los conjuntos de hórreos que los vecinos aprovechaban comunalmente para ayudarse mutuamente
- Redacción EP
En el paisaje gallego es bien conocido el hórreo, construcción destinada a guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad y de los animales para mantenerlos en un estado óptimo para su consumo. Se caracteriza por mantenerse levantado sobre pilares para evitar la entrada de humedad y de animales (especialmente ratones y otros roedores) desde el suelo y por permitir la ventilación a través de ranuras en las paredes perimétricas.
Normalmente los hórreos son construcciones individuales, que cada familia instalaba en su propia vivienda. Pero hay algunos casos en Galicia en los que esto no era así.
Fundamentalmente debido a la imposibilidad de construir hórreos individuales en cada casa por falta de espacio, se construían en espacio común un conjunto de hórreos, cuyo uso compartían los habitantes mediante un régimen de turnos. Un ejemplo de colaboración entre los vecinos para el aprovechamiento comunal y la ayuda mutua.
Estos espacios eran además parte fundamental de la cultura popular, pues en ellos se juntaban los vecinos para celebrar sus fiestas y romerías y en torno a esta plaza giraba la vida social de los habitantes.
Eira Grande de Pedre y Eira da Ermida
Quedan en Galicia en pie algunos de estos conjuntos, que hoy son sin duda una atracción para el turismo por su singularidad, pero también, y sobre todo, un testigo de que la vida solidaria de las comunidades en España fueron la norma en el pasado, lejos del individualismo actual.
Dos de esos conjuntos son el de Santo Estevo de Pedre, en la comarca de Tabeirós-Terra de Montes (Pontevedra) y el de la Eira da Ermida, en la La localidad de Cerdedo (Cotobade), de la misma provincia.
La primera es un bonito conjunto del siglo XVIII formado por una iglesia barroca, varios cruceiros, una fuente y un estupendo conjunto de hórreos conocidos como A Eira Grande. La zona cuenta con 22 hórreos construidos en piedra y madera y cubrición a dos aguas a base de teja y otros de piedra.
Estas concentraciones de hórreos se disponían en las laderas más ventiladas de la montaña para resguardar y preservar sobre todo el maíz y en menor medida el trigo y el centeno. A menudo estos conjuntos se apostaban cerca de grandes vías de comunicación para servir y aprovisionar a los comerciantes que circulaban de norte a sur y de este a oeste.
Por su parte, la Eira da Ermida es una agrupación de 21 hórreos, una de las más grandes e históricas de Galicia, todos en muy buen estado de conservación. Al lado se encuentra la sencilla ermita de la Virgen de los Remedios, con unas vistas espectaculares hacia los montes circundantes.
Sin duda, unos conjuntos históricos y culturales que merece la pena visitar y conocer.